Antes que nada, veamos qué significa capicúa.
Es la cifra que si se lee de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, expresa igual cantidad. O sea, el número que, leído al derecho o al revés sigue siendo el mismo. Por eso este 12 - 1 - 21 cumple con ese requisito. De acá para allá y de allá para acá, es el mismo número. Como 15.351, por ejemplo. O el 238.832.
En cuanto a su origen, la palabra capicúa proviene del catalán cap: cabeza y cúa: cola. Cuando se castellanizaron, ambas quedaron unidas con una i latina.
Si uno googlea la palabra capicúa. Porque se van a encontrar con un dibujo humorístico de cara redonda y grandes dientes. Un personaje de historieta que tuvo mucho éxito y fue creado por el dibujante argentino Adolfo Mazzone. Comenzó a publicarse en Patoruzú y años después le dio título a su propia revista, que aún hoy se consigue en Mercado Libre.
Este Capicúa de la tira cómica era un chico no demasiado despierto, pero que tenía muchísima suerte. A tal punto que su tío Olegario -con la complicidad del profesor Bambufoca- trataba sistemáticamente de aprovecharse de esa condición natural de Capicúa, para enriquecerse a su costa. Pero ellos siempre fracasaban en su intento y terminaban apaleados, mientras que el pibe se llenaba de dinero, joyas y todo tipo de riquezas. Y así como los malvados de la historieta recibían su castigo, los amigos de Capicúa siempre obtenían un beneficio del azar que premiaba al protagonista.
Ingenuo y de buena voluntad, Capicúa pasó a ser la encarnación de la buena suerte. Y su nombre de historieta se incorporó al habla popular, como significado de una característica venturosa. Capicúa era el símbolo de la fortuna, de la riqueza inesperada.
Por eso siempre fue un buen augurio sacar un boleto capicúa.
Cuando no existía la tarjeta REDBUS en los medios de transporte se sacaba un boleto. En los colectivos, en el subterráneo. En el tren. Y antes aún, en los tranvías.
¿Y qué es la suerte?
Antes y ahora, desde el punto de vista idiomático, daría la sensación de que la suerte está establecida por el rigor de los hechos. Y que eso es inmodificable.encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual”. Ya en 1884 el Diccionario de la Real Academia Española decía: “Fortuna, acaso, accidente, azar.”Antes y ahora, desde el punto de vista idiomático, daría la sensación de que la suerte está establecida por el rigor de los hechos. Y que eso es inmodificable.
Pero el hombre primitivo veía las cosas de otra manera. Especialmente las mujeres que, como afirma el arqueólogo norteamericano Dean Snow, fueron las encargadas de realizar la mayoría de las pinturas rupestres.
Ellas fueron las que 35.000 años años, en las paredes y en los techos de las cavernas, dejaron uno de los mensajes más rotundos del arte paleolítico: las mujeres con senos enormes. Esas imágenes, de un altísimo valor sagrado y comunicacional, eran una directa invocación a la fertilidad. Le estaban pidiendo al destino que la realidad fuese tal como la querían, para mantener la especie.
Por supuesto, hay posiciones diferentes. Y desde el otro lado de la biblioteca, de la vereda de enfrente, esto se califica como una superstición absolutamente irracional. Lo cual no parece quitarle el sueño al británico Richard Wiseman, quien coincide absolutamente con las requeterrecontrabisabuelas de Altamira y asegura que la suerte es una profecía autocumplida.
Wiseman es un psicólogo de formación científica, que de joven trabajó como mago en la calle. Se ha convertido en un autor de superventas y en su libro Nadie nace con suerte asegura que las personas afortunadas se caracterizan por estas cuatro condiciones:
* Tienen una gran habilidad a la hora de crear o identificar las buenas oportunidades.
* Toman buenas decisiones haciendo caso a su intuición.
* Crean profecías autocumplidas a partir de las expectativas positivas.
* Adoptan una actitud resiliente que transforma la mala suerte en buena.