Laura Cruz tiene 22 años y todo encaminado para ser la primera salteña que egresará como ingeniera nuclear el año que viene. Sí, en junio de 2019 tiene que egresar del Instituto Balseiro a como dé lugar. Pese a sus obligaciones, se da el tiempo para trabajar para la empresa que produce alta tecnología nuclear en Bariloche, el Invap.
Es muy extraño pero parece lejano el pasado de su infancia en el barrio Miguel Ortiz, la primaria en la San Francisco y el secundario en el Padre Tommassini y luego la UNSa; pero es más cercano el Taller de Física al Alcance de Todos del profesor Daniel Córdoba que comenzó a los 15 años.
Con una vida muy corta, con conocimientos incalculables y con un cerebro invaluable, habló sobre el rol de las mujeres salteñas en las ciencias duras.
¿Existen aún los prejuicios de las ciencias más duras respecto de las mujeres? Son pocas y en Salta vos vas a ser la primera ingeniera nuclear...
Yo siento como una gran sorpresa. Yo pensaba que había más chicas egresadas en el (Instituto) Balseiro. Me sorprendió cuando el profe (Daniel) Córdoba me dijo que yo era la primera salteña que ingresaba a Ingeniería Nuclear. Ya había para (Ingeniería) Física, para Mecánica y yo pensé en cómo nadie se interesó en la Nuclear porque para mí es la más interesante de las que hay en el Balseiro. Me alegra también que luego hayan ingresado más chicas. Entró mi compañera de Ingeniería Química de la UNSa y ahora me enteré, cuando fui a visitar el taller, que hay dos chicas más que quieren postularse para el año que viene. Me gusta que se atrevan más, porque es algo difícil. Es difícil dejar tu familia, tu ciudad, tus amigos, las comodidades de tu casa; por eso se necesita mucha vocación.
¿La dificultad tuya estuvo más en afrontar lo cotidiano que lo académico?
Lo académico es otro caso aparte. Yo creía que teníamos un buen nivel en la UNSa, lo cual es cierto, pero el Balseiro es otra cosa. Es aprender más rápido, aprender todo y bien. Y por último es muy riguroso porque las clases comienzan a las 8.30 y a veces las jornadas académicas terminan a las 7 de la noche. En el medio tenemos solo una hora y media de descanso, pero a veces tenés idiomas y solo te queda media hora para comer. Lo que yo amo del Balseiro es que es muy distinto. En las facultades de acá (UNSa) es todo muy formal en las relaciones entre estudiantes y profesor. Allá es todo más informal y los profesores no te tratan como estudiantes sino como futuros colegas y eso te hace sentir querido y como en casa.
Es otro tipo de enseñanza en otro tipo de institución...
Sí, los profesores te motivan. La materia que enseñan es a la que se dedican en su vida y entonces están motivados. Les encanta hablar de lo que enseñan porque es parte de su trabajo. Entonces con la ayuda te llevan a que te intereses más por sus materias, para que te guste más la carrera, y además se interesan más por vos. En la UNSa somos muchos y quizás sos un número y allá te tratan como colegas, saben tu nombre y tus progresos. Somos pocos y eso facilita el seguimiento de los profesores.
¿Hay muchos varones?
Son muchos. Hay como una mujer por cada diez varones.
Entonces por eso es más difícil lo cotidiano porque no hay muchas mujeres...
Eso cuesta mucho al principio. En Salta yo estaba con mis amigas todo el tiempo y allá me tuve que aprender a adaptar mucho a los hombres. Costó, pero pude y me di cuenta de que es muy bueno.
¿Son todos de la misma edad?
Hay de diferentes edades, pero todos estamos casi en la misma. Hay algunos de 25 años, que ya son considerados como los más grandes.
¿Lo mismo tenés tiempo para trabajar para la empresa argentina que exporta tecnología nuclear?
Sí, trabajo para el Invap (Investigación Aplicada) que es una empresa de Bariloche que hace los satélites y reactores, y estoy haciendo mi trabajo final con el que me voy a recibir sobre producción de radioisótopos. ¿No sé si vieron las radioterapias que con los isótopos matan tumores? Mi trabajo es algo parecido. Entonces el Invap tiene mucho interés porque vendió unos reactores a Holanda que se llaman Pallas y mi trabajo es aplicar y decidir qué radioisótopos se pueden producir, porque ellos, los holandeses, no quieren los radioisótopos de ahora porque están pensados para 10 años y ya quedan viejos. Entonces quieren que investigue los radioisótopos del futuro o potenciales, como ellos le dicen. Entonces leo mucho los papers para saber cuáles quieren. Se puede decir entonces que busco los radioisótopos del futuro.
¿Y vos también pensas a 10 años?
Y yo no sé si seguir trabajando para la empresa o continuar en una maestría o algún posgrado. Yo les pregunté a mis profesores y ellos me dijeron que haga lo que quiera, que haga lo que más me guste. Ellos me dicen que a los ingenieros nucleares no les va mal y que no tenemos que arrepentirnos ni aburrirnos de lo que hagamos, que tenemos que disfrutar.
¿Y qué le decís a las mujeres que ven las ingenierías como “carrera de hombres”?
A las mujeres les digo que se tienen que animar porque este país necesita más ingenieras. Tenemos las mismas miradas que los hombres y esto se ve en los trabajos en equipos donde no hay diferencias. Lo bueno es trabajar en conjuntos porque nunca va a existir una persona que sepa todo de todo.
¿Cuál fue la influencia del taller del profe Córdoba?
Siento que son fundamentales para los chicos que están en el secundario porque los cursos de Daniel son muy parecidos a los que dan en el Balseiro. Hay confianza entre el alumno y el profesor, en la manera que explica. Él no tiene el apuro de cumplir un horario, tiene todo el anfiteatro para él, dan los recreos cuando quiere, es más libre. Si vas al taller de Daniel y te gusta la Física es como que ya te orienta para que vayas definitivamente en ese camino. También trae a los chicos del Balseiro y hace que expliquen sus experiencias. Eso te hace ver lo que definitivamente querés.