Lo que anteriormente era descampado y monte hoy es un barrio con casas, calles, veredas, espacios verdes y más de 100 familias que lo habitan.
En la Dirección de Inmuebles la zona figura como Barrio Santa Ana IV, los terrenos pertenecían a la empresa que se encargó de la construcción de la ruta hacia el Aeropuerto Martín Miguel de Güemes. Luego del quiebre de la misma hace varios años, hubo una serie de irregularidades que no salieron a la luz hasta hace unos meses.
Muchas de las familias que habitan el barrio Ampliación Santa Ana II afirman haber sido víctimas de una estafa y ahora víctimas de aprietes y amenazas.
Hace unos 20 años llegaron las primeras familias y hoy son alrededor de 200, aunque son 118 las que buscan la expropiación.
Los vecinos prefieren no hacer públicas sus identidades, ya que manifiestan que hubo denuncias en su contra luego de que el asunto tomara carácter público.
Es el caso de Noelia, madre soltera de 28 años, que vive en el barrio hace más de diez años. “A mí tener la tierra me cambió la vida y si me la quitan están arruinando mi vida y la de mi hija”, expresó a LA GACETA.
Analía tiene cuatro hijos y trabaja de peluquera. Afirma haber sido también víctima de una estafa pero que está con la “conciencia tranquila” ya que ella actuó de buena fe al adquirir las tierras.
La situación del resto de los vecinos es similar y por eso ahora se busca la expropiación de los terrenos y que intervenga el Estado.
En este sentido, el Partido Obrero a través del diputado Claudio Del Plá, presentará el proyecto en la Legislatura salteña el martes que viene.
Sobre esta situación el legislador comentó que “son 118 familias que hace 10 años ocupan pacíficamente esos lotes, nunca fueron intimadas. Evidentemente hubo una maniobra de un supuesto comprador que quiere cobrar a los vecinos 100 veces más del valor que él pagó en febrero comprando los terrenos”.
“Ha habido evidentemente una maniobra y nosotros consideramos que hay un interés social que tiene que estar por arriba, el Estado tiene que intervenir”, agregó Del Plá.
Desde que la zona se comenzó a habitar, fueron los mismos vecinos quienes convirtieron un monte en un barrio, que al día de hoy cuenta con iluminación, red de agua y servicio de recolección de residuos.
En el caso de Noelia, cuando llegó al lugar no tenía ni puertas ni ventanas y de a poco fue armando su hogar. Hoy sostiene que “somos dueños y poseedores”.
Fuente: La Gaceta