Horas de tensión se viven en Santa Victoria Este, a tal punto que el hospital de Santa Victoria Este se encuentra paralizado. “Paro por miedo”, reza un cartel en la mesa de entrada de este centro de salud, el mismo desde donde se trasladó una beba wichi a Tartagal y que luego murió por una infección generalizada.
Ayer, un grupo de la comunidad originaria atacó la vivienda particular de la gerenta del nosocomio, Marcela Quispe, quien fue reincorporada recientemente a este cargo por el ministerio de Salud de la Provincia.
La doctora fue muy cuestionada por este grupo de vecinos que la responsabilizaron por la muerte de los jóvenes Belén Barbier y Milton Corvalán, el 10 de diciembre, cuando iban en moto y fueron atropellados por la ambulancia del hospital. Familiares de las víctimas entendieron que desde el ministerio no se aplicó ninguna sanción y descargaron su bronca contra la casa de Quispe.
La policía de Salta informó que la mujer no sufrió mayores lesiones, al igual que una enfermera que ayer radicó una denuncia en la comisaría de Santa Victoria Este contra la familia Barbier. La enfermera denunció que fue “cacheteada” por una mujer cuando estaba trabajando.
Por lo sucedido y ante el temor de nuevas agresiones, personal del hospital inició un “paro por miedo”. Solo hay atenciones de emergencia, a puertas cerradas, hasta que autoridades de las provincias les garanticen la normalidad del trabajo.
Por los ataques a la enfermera y al domicilio de Quispe, no hubo detenciones según precisaron desde la policía.
La falta de atención en el hospital puso en alerta a otro grupo de vecinos, quienes este mediodía iniciaron una manifestación enfrente del edificio de la Municipalidad para reclamar que el intendente interceda en este conflicto: necesitan que el hospital funcione.
Pero, Rogelio Nerón, intendente de Santa Victoria, no se encontraría hoy en la localidad, según informaron medios radiales.