LATAM suma una nueva denuncia, esta vez fue Mariana Lafuente y su hija de 15 años quienes vivieron una experiencia para el olvido. “Compramos los pasajes a Cancún, viajamos en marzo y todo estaba bien hasta el regreso, en Lima nos bajaron del avión con seguridad, nos dijeron que nuestro asiento no estaba operativo, pero el vuelo partió con capacidad completa”, contó a InformateSalta.
Viajaron a festejar los 15 de la jovencita, pagaron 1900 dólares por el vuelo más directo, Salta-Lima-Cancún, pero eso no fue respetado. “El viaje de vuelta partió con normalidad desde Cancún y al llegar a Lima, mientras aguardábamos la conexión a Salta, habiendo realizado ya el check - in y con asientos asignados, se escuchó ofrecían repetidamente por alto parlante, una suma que partió de U$S100 para aquel pasajero que desistiera de viajar en ese vuelo, hasta elevarla a U$S180 ante la negativa de interesados. Cuando ya se había efectuado el llamado de embarque, yestábamos con mi hija en la manga prestos a embarcar, me detiene la azafata diciéndome que una de las dos no podría abordar el avión porque un encontraba inoperable”, explicó.
La mujer entró en una crisis nerviosa, era de madrugada, estaban solas en un país desconocido, quiso llegar hasta el asiento para comprobar el desperfecto pero la sacaron por la fuerza. Una testigo ubicada en la butaca 5A, quien después declaró que el vuelo salió completo. Mariana y su hija fueron llevadas a una oficina y el avión partió sin ellas. Lo extraño es que ni siquiera habría subido sus valijas a la bodega.
“Cerraron las puertas del avión en mi cara y me quedé llorando impotente frente a una situación que no pude creer posible. Me ofrecieron U$S180 en total; como si eso fuese la recompensa por abandonarnos. Ante el enérgico reclamo que seguí haciendo, me ofrecieron quedarme en de Lima 3 días hasta la próxima conexión con otro vuelo, lo que significaba: la estadía en un país para mí desconocido, ya sin cobertura de asistencia al viajero, con la autorización de la salida del país de mi hija vencida e incomunicada”, dijo.
No sabía cómo avisarle a su marido lo que estaba ocurriendo, estaba desesperada y en ese momento tres empleados improvisaron una riesgosa combinación, “por la diferencia horaria y el poco tiempo entre las conexiones, era más probable que perdiera alguno de los vuelos. Significaba viajar desde Lima a Santiago de Chile, luego a la ciudad de Buenos Aires, para desde ahí abordar el destino final Salta. En ese momento pensé en como harían con mi equipaje, pero como todo estuvo armado desde antes que comenzaran a llamar a voluntarios, mis valijas nunca llegaron a la bodega del avión”. Amargada y sin encontrar otra salida se embarcó en esa osadía.
Pagaron por un vuelo corto y terminaron haciendo uno de 29 horas con escalas eternas en Chile y Buenos Aires. “En cada aeropuerto supliqué por una demora que a nadie le interesaba, les pedí que nos dejaran pasar por controles de manera más ágil ya que el tiempo era ajustadísimo, en medio de llanto y nervios logramos volver a casa”.
“Pese a que efectuamos nuestro reclamo, y dejamos asentada nuestra disconformidad, la aerolínea no ofreció ni siquiera sus disculpas por el trato recibido. No nos asistió, no tuvo contemplaciones ni consideraciones, no nos respetó, mancilló nuestra dignidad, nos sometió a horas interminables de espera, a la mirada compasiva del resto de los pasajeros, sin siquiera dignarse a explicarnos que era aquello de asiento no operativo”, agregó. Actualmente se encuentran en juicio.