Viajaron 1300 kilómetros para casarse. Armaron las mochilas, cargaron el jeep y salieron a la ruta desde la capital boliviana para celebrar su amor más allá de las fronteras de donde nació su historia: Celina y Weronique se casaron en Salta, porque donde ellas viven el matrimonio igualitario aún está prohibido.
Weronique Amaral descargó Tinder en su celular alentada por sus amigos. En el hostel donde se alojaba en La Paz, con sus amigos brasileros, todos activaron la aplicación de citas a modo de juego, para conocer a chicas y chicos bolivianos. Sin ánimo de formar pareja, Weronique hizo “mach” con Celina y enseguida hubo “onda”.
-Estaba haciendo un voluntariado con cinco brasileños en Bolivia. Una noche, jugando, todos nos bajamos la aplicación y un día después nos conocimos con Celina -recuerda la joven brasilera, que desde principio de año está viajando por Bolivia, recorriendo zonas vulnerables donde toda ayuda, ayuda.
-Hablo un poquito el español -dice Weronique y ríe.
Igualmente, en segundos ellas se entendieron.
-Hicimos mach y nos quedamos charlando y charlando. Lo que empezó siendo para ella un juego terminó siendo una cita: fuimos a tomar una cerveza y ahí nuestra vida cambió radicalmente -cuenta Celina Grisi a LA GACETA desde su casa en La Paz, donde por ahora vivirán-. A las semanas ya estábamos formalmente viendo juntas y a los dos meses ya estábamos planificando casarnos.
Celina tiene 32 años y administra un hotel junto a su familia. Weronique tiene 35 y ambas planean viajar y estudiar en otro país. Bolivia ni Brasil están en los planes por el momento.
-A veces la visión del matrimonio es: “¡uh te comprometiste, te casaste! y ahora está el plan de la casa en la misma ciudad, el mismo auto, el mismo trabajo, bien convencional”. Y nosotras creemos que es todo lo contrario, se abren las posibilidades. El estar casadas nos da certeza de hacer planes de a dos y ahorita estamos con ganas de irnos a estudiar, de ir a vivir a una ecoaldea, de mochilear, tenemos ganas de ir a trabajar a Europa en el verano. Pero difícilmente nos vayamos a quedar acá -asegura Celina.
-Brasil no es una opción. No sabemos dónde vamos a vivir. Ser felices es lo que importa- aclara Weronique
El matrimonio igualitario en Bolivia no es un derecho aún. Solo en ocho países del continente es legal la unión de dos personas del mismo sexo. Si bien la legislación brasileña lo permite, hoy el contexto político desalienta esta celebración.
Weronique y Celina desean que su matrimonio sea la antesala de otros derechos aun negados en el país vecino.
-Ojalá sea un precedente importante para nosotras, que de aquí a cierto tiempo esto se legalice en Bolivia. Que si algún día pensamos en tener hijos, tengamos ese respaldo legal y que muchas otras parejas también lo tengan -desea Celina.
La tarjeta con la que Celina y Weronique anunciaron su casamiento
Las jóvenes sueñan en ciudades más plurales y diversas, donde el amor no sea juzgado. Cuentan que, si bien tienen el afecto de sus padres, amigos y una red de apoyo, en La Paz se sienten “las extrañas”.
-No es que se pueda salir por la calle y sentirse totalmente en paz. Acá la gente te mira, no te dice nada, son bastante pudorosos y tímidos, pero si te miran mal.
Argentina parecía lo ideal para casarse. El matrimonio igualitario es legal desde 2010. Es un derecho. Aunque esas miradas con las que ellas conviven en su ciudad aún persisten en la argentinidad.
-Teníamos ganas de ir a Jujuy porque es más cerca. Entonces empezamos a buscar una persona del colectivo LGBT para que nos ayude, llevamos los papeles, pero no pudimos casarnos ahí -recuerda Weronique.
En el registro civil de Jujuy obstaculizaron al trámite al aducir que ellas estaban “de paso” y necesitan residir en la provincia para casarse. Pese a la negativa, siguieron el viaje. Salta fue la segunda opción.
Aquí, se contactaron Ana Declercq, activista y directora del Observatorio de Violencia contra la Mujer. Ella medió con las autoridades del registro civil y justificó la residencia temporaria de las jóvenes, requisito suficiente en todo el país según la reglamentación de la ley.
Habían alquilado una cabaña en La Caldera, entonces el registro civil más cercano fue el de Vaqueros, localidad del mismo departamento. Allí fueron. El 20 de septiembre, en la municipalidad de este pequeño pueblo al norte de la capital de Salta, las jóvenes dieron el “sí” ante el juez y celebraron su amor entre vecinos vaquereños y los padres de Celina.
Fotos de Celina y Weronique
Por primera vez, la bandera del Orgullo abrazó a dos mujeres extranjeras en el registro civil de un pueblo de Salta.
-Lo que ha sucedido en Vaqueros fue alucinante. Han aparecido personas que les interesaba nuestra historia y esa noche ha habido una fiesta, con música en vivo y con un montón de gente. No lo teníamos pensado. Nosotras pensábamos llegar, casarnos e irnos a tomar una cervecita al parque para festejar y ya. Y de pronto fue todo un evento, lindo, súper natural- recuerda Celina.
Una vez más, y a la distancia, Weronique y Celina quieren agradecer a cada una de las personas que hicieron de este viaje un recuerdo inolvidable. Aseguran que desde que cruzaron la frontera tuvieron una mano amiga. Si bien pasaron algún mal rato, rescatan que el afecto recibido fue más inmenso. Cuentan que, caminando ambas de la mano por el centro de Salta, una mujer las agredió verbalmente: “qué asco, miren esas son dos mujeres”, dijo.
-Nosotras escuchamos, pero mis papás se sintieron molestos y dijeron: “sí, son dos mujeres, ella es mi hija y qué” -relata Celina y piensa:
-Independiente del lugar del mundo en que estemos, calculo que habrá lugares más o menos abiertos. Para nosotras llegar a ese momento, el de estar paradas una frente a la otra y decir “sí quiero casarme contigo” también ha sido un proceso. No ha sido fácil. Porque ha tocado dar muchas explicaciones. Muchos por qué, miles de preguntas. Nosotras rompemos muchas “normas” de la convencionalidad: somos dos mujeres, somos extranjeras, una es negra, la otra es blanca, en nuestros países no se puede casarse. Son muchas cosas, pero al final hablamos de amor.
Weronique, que en todo momento de la entrevista acaricia y le sonríe a su esposa, escucha la reflexión de Celina y dice:
-Creo que aquí dimos un paso importante para que otras personas hagan lo mismo. Que busquen y hagan respetar sus derechos. Que muestren su amor, no hay que tener vergüenza. Es simplemente amor.