Los criovolcanes tienen la misma estructura que los volcanes de la Tierra, pero en lugar de roca fundida expulsan amoníaco, metano o agua que permanecían helados bajo la superficie.
Los científicos creen que esa actividad volcánica ha estado presente durante gran parte de la historia de Ceres, el más pequeño de los planetas enanos del Sistema Solar, situado en el cinturón de asteroides entre las órbitas de Marte y Júpiter. Esos criovolcanes no han tenido un impacto determinante en la formación de la superficie del planeta, como sí ocurrió en la Tierra, por lo que hasta ahora ha resultado difícil detectar sus huellas.
Monte Ahuna
En 2015, la sonda Dawn de la NASA, que orbitaba Ceres, descubrió un monte de forma de cúpula, bautizado como monte Ahuna, que fue identificado mas tarde como un criovolcán.
Los investigadores creen que ese tipo de formaciones se van difuminando con el paso del tiempo en la superficie del planeta enano, por lo que no se han observado de forma directa otros volcanes parecidos en Ceres.
Michael Sori y su grupo de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) desarrollaron un modelo para comprender el proceso de desaparición de esos montículos con el que han podido identificar 22 regiones en la superficie del planeta enano, de un diámetro total de unos 945 kilómetros, en las que probablemente hubo un criovolcán.
Un criovolcán cada 50 millones de años
Las estimaciones de Sori apuntan a que en los últimos mil millones de años ha aparecido en Ceres un volcán de hielo aproximadamente cada 50 millones de años.
Los autores del trabajo publicado en Nature Astronomy estiman asimismo que el volumen de material helado que se ha expulsado hacia la superficie de Ceres es entre cien y cien mil veces menor a la cantidad de roca fundida que emergió en la Tierra, la Luna, Venus o Marte.