Las primeras dos bebés concebidas por un robot nacieron hace un mes en Estados Unidos, en lo que significa uno de los avances más revolucionarios de los últimos tiempos de la ciencia y la tecnología intentando dominar la reproducción humana, un paso que distintas starts up de fertilidad venían buscando dar y finalmente, fue anunciado.
Al uso de la inteligencia artificial, algo que ya llegó a los centros de fertilidad de Latinoamérica, y a la posibilidad mediante el sistema Crispr-Cas 9 (por ahora legalmente vedada, aunque en 2018 nacieron tres bebés) de editar genéticamente a nuestros futuros hijos, se suma ahora la robótica. También avanza a paso rápido la tecnología para hacer óvulos o espermatozoides con otras células humanas —algo en lo que trabajan varios de los que hoy lograron la robotización de la fecundación—. Aldous Huxley, autor en 1932 de la novela distópica Un mundo feliz, que planteaba un futuro en el que los seres humanos fueran creados por máquinas, no daría crédito.
Hace unas semanas cuando nació la nieta de la famosa actriz y conductora española Ana Obregón, concebida con semen congelado del padre, muerto tres años antes, óvulos de una mujer donante anónima, y gestado en el útero “alquilado” de una mujer cubana en Estados Unidos, la noticia tuvo ribetes de escándalo internacional. Había sido la última voluntad del hijo de Ana y ella se empeñó en cumplirla. Los medios y las sociedades (en especial de habla hispana) pusieron el foco otra vez en el tema. Y todos recordamos el próximo gran objetivo de la ciencia en el tema: la creación de un útero artificial —por ahora en desarrollo—.
Dejando opiniones de lado (los límites de la ética y la moral entran sin duda en todo este asunto), lo cierto es que la ciencia avanza de forma imparable. Nunca antes en la historia de la humanidad se ha visto este avance exponencial, dicen especialistas, como el historiador israelí Yuval Harari.
Hace unos días, mil especialistas de renombre, entre ellos el historiador israelí Yuval Harari y el inversionista y emprendedor tecnológico Elon Musk, hicieron pública una carta en la que se le pedía a la comunidad tecnológica que frenara el desarrollo de la inteligencia artificial. Como el ChatGPT5, que supondría una capacidad de manejo del lenguaje humano capaz de comprender y tomar decisiones con un grado de “raciocinio” y autonomía asombrosamente parecida a la nuestra. En 2015 había sucedido algo similar a raíz del desarrollo del método Crispr-Cas 9: se pidió una moratoria hasta lograr consensos y normas internacionales; pero en 2018 el científico chino He Jiankui anunció el nacimiento de las primeras dos bebés (hay una tercera) editadas genéticamente; las primeras representantes de una nueva especie que podría seguir reproduciéndose.
La automatización de la reproducción asistida se presenta como el nuevo gran logro. La utilización del robot en los laboratorios de embriología está a dos años de pasar las certificaciones necesarias para ser aprobado por la FDA (la agencia reguladora de medicamentos y alimentos de Estados Unidos), así que por ahora es experimental. Pero cuando esto suceda, podría ampliar notablemente el acceso de la reproducción asistida, la principal barrera en sociedades con menores ingresos, para que la escala de los bebés nacidos por este método pegue un salto. Esto es, volver la técnica mucho más masiva. “Va a abaratar costos. Por ejemplo, un embriólogo senior en USA cobra 120,000 dólares anuales, mientras que este procedimiento lo puede hacer ahora un junior que cobre la mitad. Además, a mejores resultados, menos ciclos de FIV (fertilización in vitro) se necesitan, y en USA cada uno cuesta entre quince mil y veinte mil dólares”, dijo a Infobae Santiago Munne, premiado genetista y director de innovación de la empresa española Overture Life, que diseñó y construyó el robot. La empresa fue fundada por el argentino Martín Varsavsky, quién es su CEO.
“El ICSI, poder inyectar a mano en el ovocito, es algo que requiere mucha experiencia, y nosotros lo hemos automatizado”, declaró a este medio Varsavksy desde España. Estos más otros desarrollos en los que están trabajando, que automatizan el laboratorio de embriología, harán —sostiene el empresario— que los resultados sean mejores y que cuesten menos la congelación de ovocitos y el IVF.
“Los bebés fueron concebidos con nuestra máquina ICSIA, la cual inyecta automáticamente el esperma en el ovocito. Los experimentos iniciales se hicieron en España en colaboración con Embryotools y se pusieron en práctica clínica en la clínica New Hope de Nueva York, resultando en el nacimiento de dos bebés. Todos estos resultados se publicaron pre-print en la prestigiosa revista Lancet, “First clinical pregnancies with an ICSI robot” por Nuno Costa-Borges, Santiago Munne, et al”, agregó Munne.
En Estados Unidos hay al menos media docena de empresas que buscaban automatizar la fertilización in vitro (FIV e ICSI son los dos métodos posibles en los que la concepción se produce en el laboratorio; a diferencia de la inseminación artificial, que sucede dentro del cuerpo de la mujer cuando se le inyecta los espermatozoides). Varios de ellos hablaron con el periodista especializado Antonio Regalado, quien dio a conocer la noticia hace unas horas en revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Allí explicitaron que el objetivo principal de automatizar la FIV es simple: hacer muchos más bebés. Alrededor de medio millón de niños nacen a través de este método en todo el mundo cada año, pero la mayoría de las personas que necesitan ayuda para tener hijos no tienen acceso a medicamentos para la fertilidad o no pueden pagarlos.
“¿Cómo pasamos de medio millón de bebés al año a 30 millones?”, se preguntó David Sable, un exmédico especialista en fertilidad que ahora dirige un fondo de inversión en la nota del MIT. “No puedes si diriges cada laboratorio como una cocina artesanal hecha a la medida, ese es el desafío que enfrenta la FIV. Han sido 40 años de ciencia sobresaliente e ingeniería de sistemas realmente mediocre”, señaló.
Desde 1978, cuando nació Louise Brown en Inglaterra por fertilización asistida, han sido alrededor de ocho millones en todo el mundo. En Estados Unidos son el 2 % de la población, en países como Dinamarca, que tienen cobertura estatal de estos procedimientos, un 10 %. En Argentina y Uruguay, los dos que van a la cabeza en Latinoamérica, poco menos del 1% (según las últimas estadísticas de hace varios años, pues en este tema hay poca información oficial).
“Llevamos unos 4 años trabajando en ello. Es importante porque hay mucha variabilidad entre quien hace el procedimiento, se requiere mucha experiencia para hacerlo bien, y hay poca gente cualificada. Esto resulta en errores y resultados desiguales entre clínicas, entre embriólogos de la misma clínica, o incluso entre día y día de un mismo embriólogo. Con ICSIA queremos dar resultados excelentes y repetibles en cada procedimiento”, agregó Munne.
Regalado tuvo acceso al ingeniero que, sin experiencia real en medicina de fertilidad, usó un controlador Sony PlayStation 5 para penetrar en el óvulo mediante una aguja robótica y dejar caer un solo espermatozoide. En total, el robot se utilizó para fertilizar más de una docena de óvulos. Regalado también habló con el padre de una de las bebés, quién se mostró entusiasmado, y pidió anonimato.
Si como dijo la médica ambiental Shanna Swan, (investigadora de la universidad Mout Sinai de Nueva York) en 2045 “es posible que la mayoría de las parejas tengan que utilizar la reproducción asistida″, la ciencia, la tecnología y el mundo de los negocios parece estar preparándose para dar respuesta (y aquí cabe preguntarse sobre qué es primero, si es el huevo o la gallina, pero eso sería una nota aparte).
“Haber hecho un ICSI con un robot es un paso enorme en pro de la automatización del laboratorio. Hasta ahora nadie lo había logrado. Overture iba muy adelante, tanto en esto como en el cultivo de microfluidos: tratar de que el cultivo de los embriones se parezca lo más posible a lo que pasa en las trompas de Falopio”, dijo Gustavo Martínez, embriólogo, presidente de la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida.
“Habiendo tanta gente trabajando en esto —agregó—, creo que de acá a unos diez años se va a lograr una automatización bastante importante. Un laboratorio grande de mil casos que hoy tiene entre cinco y diez embriólogos tendrá entre tres y cinco. Pero siempre va a hacer falta alguien que con un criterio humano haga la selección y la manipulación de óvulos y espermatozoides”.